Sima de Cabra

Sin embargo, la referencia más relevante fue la que hizo Miguel de Cervantes, que vivió en la villa de Cabra y la mencionó hasta en tres obras diferentes: Don Quijote de la Mancha (1615), Viaje del Parnaso (1614) y El celoso extremeño (1613).[2]​ La primera vez que alguien bajó hasta las profundidades de la sima fue el explorador Fernando Muñoz Romero, quien descendió en 1683, empleando un torno y unas maromas realizadas por el arquitecto Melchor de Aguirre,[3]​ para encontrar el cuerpo de un asesinado que había sido escondido allí.La expedición fue realizada por los investigadores Pedro de Torres y Nicolás Fernández, del Colegio de Humanidades de Cabra, bajando la primera jornada un perro hasta el fondo, y la segunda jornada bajaron ellos mismos para estudiar la cavidad detalladamente.La primera mujer egabrense descendió en 1994 con GEAL, a la vez que se estaba realizando un documental de la sima.En los últimos años se han realizado numerosas expediciones y publicaciones.
Dibujo del interior de la sima de Cabra.