Simón Ruiz de los Cameros

[3]​ Su nueva esposa había estado casada anteriormente con Tello Alfonso de Meneses,[32]​ aunque no tuvieron descendencia,[32]​ y el primer esposo de Beatriz debió fallecer, según señalan algunos autores, entre 1266 y 1270.

[34]​ Pero los nobles no consideraban la lealtad al rey como «un principio incuestionable», ya que para ellos esa fidelidad dependía directamente de las mercedes o beneficios que se derivaran de ella.

[36]​ Tras la reunión de los magnates conjurados en Lerma, Alfonso X intentó descubrir qué había ocurrido realmente en ella, comunicándose con su hermano el infante Felipe y con el señor de Lara, aunque el infante eludió responder a las cuestiones planteadas por su hermano y se excusó de acudir junto con sus tropas a Andalucía para servir al rey, aduciendo que se había producido un retraso en el cobro de su soldada anual, y comunicó a su hermano que su presencia en la reunión de Lerma se debía a los consejos y ayudas que el infante decía precisar, pues sostenía que sus viejos amigos habían fallecido y que «non podía estar sin aver algunos amigos que le ayudasen e le consejasen».

Pero poco después fueron descubiertas una serie de cartas que el sultán de los benimerines, que deseaba debilitar la posición del monarca castellano, había dirigido a los principales nobles implicados en la conjura, y entre las que figuraba una dirigida a Simón Ruiz de los Cameros.

[41]​ Sin embargo, a pesar del descubrimiento de las cartas que probaban la traición de los nobles, Alfonso X las ignoró y se dispuso a negociar con ellos, aunque les ordenó que suspendiesen sus conversaciones con el rey de Navarra, que era enemigo suyo, y ellos le desobedecieron.

[42]​ Nuño González de Lara, por su parte, declaró roto el compromiso que le obligaba a no establecer acuerdos con musulmanes o cristianos sin antes hacerlo saber al rey, y en septiembre de 1272, cuando Alfonso X se dirigía a Burgos, le salieron al encuentro un grupo de magnates, acompañados de numerosas tropas, y el recibimiento pareció extraño al rey, pues los magnates, entre los que se contaba Simón Ruiz de los Cameros, «ca non venían commo omnes que van a su sennor mas commo aquellos que van a buscar sus enemigos».

[43]​ En septiembre de 1272 se reanudaron las negociaciones en la ciudad de Burgos entre el rey y los nobles, aunque éstos se negaron a alojarse en la ciudad y lo hicieron en las aldeas cercanas.

[46]​Pero antes de llegar a la ciudad de Granada, los magnates saquearon el territorio, robaron ganado y devastaron algunas tierras a su paso, a pesar de que el rey les había enviado mensajeros con cartas en las que se les recordaba a los rebeldes los favores que habían recibido del monarca, así como su traición al romper sus vínculos vasalláticos con él.

Pero Simón Ruiz de los Cameros permaneció en el reino de Castilla y no acompañó a los rebeldes, lo que llevó al historiador Manuel González Jiménez a señalar que posiblemente fue persuadido para que abandonara a los magnates o bien por el propio Alfonso X o por su suegro, el infante Fadrique de Castilla.

[49]​ Aunque los nobles sublevados estaban en Granada, las negociaciones entre ellos y el rey siguieron adelante porque éste deseaba reconciliarse con ellos a fin de poder ir al Imperio para recibir la corona imperial, y entre los miembros de la Corte que aconsejarían al monarca que continuara negociando con los rebeldes figurarían, según Manuel González Jiménez, los infantes Manuel y Fadrique y Simón Ruiz de los Cameros.

En dicho Ayuntamiento se acordaron diversas medidas económicas, se intentó facilitar el retorno de los nobles exiliados, y también se intentó afrontar el descontento general producido por las reformas legislativas y por la presión fiscal que soportaba el reino de Castilla.

[54]​ A finales de ese mismo año, los magnates exiliados regresaron a Castilla y fueron recibidos en Sevilla con todos los honores por Alfonso X y, al mismo tiempo, el rey Muhammad II de Granada se declaró vasallo de Alfonso X y quedó obligado a entregarle un tributo anual de 300 000 maravedís, y el monarca castellano le armó caballero, aunque la Crónica de Alfonso X afirmó erróneamente que estos acontecimientos tuvieron lugar en 1274.

[56]​ El historiador Manuel González Jiménez subrayó el hecho de que ni el señor de los Cameros ni el infante Fadrique acudieran a estas Cortes, y afirmó que aunque la Crónica de Alfonso X no explica la ausencia de ambos personajes, «no deja de ser una coincidencia que quienes iban unos años más tarde a protagonizar un oscuro incidente político que les costaría la vida no estuviesen presentes en esta reunión».

[58]​ Sin embargo, y aunque posteriormente cambió de opinión, Alfonso X se negó a conceder en esos momento al infante Sancho el título de heredero del trono e intentó «dar largas al asunto», como señaló González Jiménez, que también afirmó que lo único que el rey consiguió fue que el conflicto sucesorio castellano se internacionalizara, ya que los reinos de Francia y Aragón intervinieron en el problema.

[69]​ Sin embargo, Manuel González Jiménez afirmó que el delito cometido por ambos personajes debió ser sumamente grave,[70]​ y que tal vez el monarca, que nunca había sentido «un cariño especial» por su hermano Fadrique, quiso dar una lección ejemplar a los nobles de su reino, aunque tampoco descarta que la mala salud del rey influyera en su decisión, y señaló que en ningún momento Alfonso X había actuado con «tanta energía y falta de piedad».

[71]​ La versión que proporcionan los Anales del reinado de Alfonso X, posteriores a la Crónica de Alfonso X, es la siguiente:[68]​El historiador Antonio Ballesteros Beretta expuso en su obra, Alfonso X el Sabio, que la conjura que ocasionó la muerte del infante Fadrique y la de su yerno fue una conjura «a favor de don Sancho, sin don Sancho», es decir una conspiración para apoyar las pretensiones al trono del infante Sancho en contra de sus parientes, los infantes de la Cerda, y para conseguir que dicho infante fuera proclamado heredero del trono o proclamado rey sin más preámbulos.

[72]​ Pero el medievalista Manuel González Giménez sostiene que dicha teoría presenta un fallo, y es que o bien el infante Sancho desconocía la conjura, o bien si la conocía era un cínico, pues no tuvo ningún inconveniente en cumplir la orden de su padre de prender y ejecutar al señor de los Cameros en Treviño.

[73]​ Otra teoría manifiesta, apoyándose en la Cantiga 235, que fue compuesta por Alfonso X, que Simón Ruiz de los Cameros y su suegro fueron ajusticiados por haber cometido el pecado nefando, es decir, por haber mantenido relaciones homosexuales, acción que en esa época estaba penada con la muerte.

[76]​El historiador Manuel González Jiménez, por su parte, afirmó que debido a la inestabilidad existente en el reino, a las dudas del rey en designar heredero al infante Sancho, y a la impopularidad de Alfonso X, ocasionada por sus desaciertos políticos y sus ataques de cólera, el infante Fadrique pudo haber intentado dar un golpe de Estado y ser proclamado regente del reino hasta que el infante Sancho alcanzase la edad prevista en las Siete Partidas para poder ser proclamado rey.

[78]​ Algunos autores manifiestan que la nobleza quedó aterrorizada por estas ejecuciones,[67]​ y que ambas fueron utilizadas como argumento por los partidarios del infante Sancho en la Asamblea de Valladolid, en la que Alfonso X fue desposeído de todos sus poderes y rentas aunque conservó el título de rey.

[71]​ Basándose en las palabras de «mediante iustitia» recogidas en dichos anales, Manuel González Jiménez señaló que posiblemente hubo un juicio para ambos personajes, «sumario si se quiere, pero juicio al fin».

Sepulcro de Diego López II de Haro, abuelo materno de Simón Ruiz de los Cameros. ( Monasterio de Santa María la Real de Nájera ).
Ruinas del monasterio de San Prudencio de Monte Laturce.
Lienzo del siglo XVII que representa a Sancha Alfonso de León. (Monasterio de Santa Fe de Toledo ).
Estatua de Alfonso X el Sabio. ( Biblioteca Nacional de España , Madrid ).
Escudo de armas de la Casa de Lara.
Vista de la Alhambra . Simón Ruiz de los Cameros no acompañó a los magnates sublevados cuando éstos se dirigieron al reino de Granada a finales de 1272.
Sepulcro del infante Fernando de la Cerda. ( Monasterio de las Huelgas de Burgos ).
Retrato imaginario de Alfonso X de Castilla. José María Rodríguez de Losada . ( Ayuntamiento de León ).
Maqueta del castillo de Burgos, donde fue encerrado y ejecutado, según refieren los Anales del reinado de Alfonso X , el infante Fadrique de Castilla.
Vista del municipio burgalés de Treviño, donde fue quemado en la hoguera en 1277 Simón Ruiz de los Cameros por orden de Alfonso X.
Retrato imaginario de Sancho IV de Castilla. José María Rodríguez de Losada . ( Ayuntamiento de León ).