Un simón era el transporte preferido por los hombres de negocios y los amantes.
[5] Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico acepta que la denominación proviene de un constructor francés de carruajes, Simón Garrau, que en el año 1772 vivía en Madrid.
[2] El periodista y escritor Ángel Fernández de los Ríos menciona la concesión real ofrecida para una fábrica con sus cocheras anexas, todas localizadas en el barrio del Pilar.
Debido a la prosperidad del negocio de transporte, Simón logró tener una gran ganancia.
El escritor costumbrista Ramón de Mesonero Romanos, en su libro Escenas Matritenses, dedica un poema a los simones, que comienza diciendo: «Hay en Madrid un simón que se alquila...».