Quiere que escriba, dirija e interprete una nueva serie de televisión.
Marsillach rueda esta serie posibilista en el contenido y marxista en la forma.
Este escribe una obra titulada La honradez recompensada que se le ocurre en la bañera y, tras martirizar a su mujer (Amparo Baró) durante el proceso creativo, se la lee a los amigos íntimos, que soportan una tortura.
Como no consigue nada, intenta colocársela a una gran estrella de la escena (José María Rodero).
Tras resistirse a leerla, en realidad solo lee el primer acto, el primer actor se quita del medio al autor con la promesa de que podría hacerla dentro de dos o tres temporadas, pues tiene ya muchos compromisos.
Han pasado años y el autor, en una tertulia de café, somete la obra a la opinión de críticos e intelectuales del teatro (Juan Jesús Valverde, Joaquín Hinojosa, Francisco Balcells).
Finalmente, Fermín encuentra un empresario (Tomás Blanco) dispuesto a estrenarla, pero con solo 3 actores, pocos decorados y un director de televisión que dirige la serie Habitación 508 (Agustín González) y que, en cambio, quiere hacer con La honradez recompensada una obra espectacular de “teatro total”.
A la espera del dictamen, la mujer de Fermín intenta encontrar influencias políticas y administrativa para que la obra pase la censura.
Entre ellos, la expresión “¡Ostras!”, porque las Marisquerías Gallegas se pueden sentir heridas, el salto de cama que la mujer lleva al principio de la obra o bien el título definitivo, que debe ser La honradez recompensada… siempre (en España).
Otro día tiene lugar el pase del texto, es decir, cuando los actores leen sus papeles.
Pero el autor queda, de nuevo, desconcertado porque no aparecen, entre otros, los dos actores principales y la forma de leer/pasar el texto incomoda al autor, pes es una lectura muy rápida y sin tono.
Como el director tiene por padre a un empresario de prensa, este manda, por sugerencia del productor, un periodista para que entreviste al autor y así crear expectación de cara al estreno.
Se envía a un periodista de deportes (Emilio Gutiérrez Caba), pero éste resulta que esconde una gran afición al teatro y primero ataca a Fermín, el autor, por estrenar bajo aquellas circunstancias políticas y luego se inventa las respuestas.
Los actores principales ensayan la obra, pero se enfrentan por su forma distinta de abordar la creación del personaje.
Lo hace y el director le censura que su dicción tenga acento catalán.
La fecha del estreno se aproxima y los actores, misteriosamente, van cayendo enfermos.
Pero, en realidad, nada está listo, todos son gritos, peleas entre los técnicos, insistencia del director, ante el caos, de que “Yo me voy a casa”.
Cuando está a punto de empezar el ensayo, que empieza retrasadísimo, se cae una parte del decorado.
Pero hay continuas interrupciones por fallos de todo tipo (el decorado está al revés, un actor se pega a una silla recién pintada, no hay tabaco en el bolso de una actriz que debe fumar, una escena subida de tono alarma porque los censores pueden pedir que se corte…).
Con esta doble vida amorosa, el autor cae enfermo de un cólico hepático.
A la mañana siguiente, lee las críticas y comprueba que según la tendencia del medio la valoración de su obra varías completamente.
Más tarde va al teatro y comprueba que, en el segundo día, apenas hay público.
Con todo esto, el autor duda de si, realmente, su obra es buena.
Pero esta misma chica invita al autor a tomar una copa y Fermín comienza otra relación fuera del matrimonio.