Este fenómeno comenzó a estudiarse en la sociolingüística catalana[1] pero se puede constatar en otras partes del mundo.
Hoy en día, solo el poder autoproclamado de Transnistria (zona bajo el control ruso, en secesión con Moldavia) vuelve a imponer el alfabeto cirílico al rumano, al que llama "moldavo", y nuevamente sostiene que es una lengua diferente del rumano.
[7] Pero es hablado por poblaciones que tienen conciencias nacionales muy diferentes: los croatas, los bosnios (eslavos de religión musulmana) y los serbios.
En cambio, se cultiva mediante cuatro formas voluntariamente divergentes, el croata, el bosnio, el montenegrino y el serbio, los cuales son lenguas por elaboración.
Por el contrario, el secesionismo lingüístico en el serbocroata es un fenómeno ahora mayoritario, consensual y fuertemente institucionalizado.