Los Seabees en la Segunda Guerra Mundial desempeñaron un papel muy importante, especialmente en el teatro de operaciones del Pacífico.
Por eso más de dos mil Seabees recibieron el Corazón Púrpura solo en el escenario del Pacífico.
[5] Una de sus primeras intervenciones fue en Bora Bora donde en unas circunstancias muy difíciles, pues la isla estaba devastada por la enfermedad, lograron construir en un tiempo récord los depósitos de combustible que utilizaron los barcos y aviones que participaron en la batalla del Mar del Coral.
Otra fue en Guadalcanal donde desembarcaron junto con los marines para reparar las pistas de aterrizaje del Campo Henderson y demoler las instalaciones japonesas.
Una vez ocupada la isla los Seabees construyeron rápidamente tres aeródromos —además de otros dos en Guam y Saipán— desde cuyas pistas levantadas sobre cimientos de coral pudieron despegar los B-29 que comenzaron a bombardear Japón.
Su primera incursión la realizaron el 24 de noviembre de 1944 y, como ha señalado el historiador Paul Kennedy, «desde ese momento, un continuo torrente de B-29, volando a elevada altitud y brillando intensamente al reflejarse la luz del sol del Pacífico en su fuselaje plaetado, se dirigieron al norte para castigar al enemigo».