Para extraer el sarcófago se realizó una rampa en la que se hallaron tres fragmentos de inscripciones, actualmente expuestas junto al sarcófago, aunque de imposible traducción al estar incompletas.
Asimismo, se encontraron una serie de seis fragmentos que parecen pertenecer a la desaparecida tapa del sarcófago, que según Antonio García y Bellido en 1959 se encontraban en el despacho del alcalde de Córdoba.
El sarcófago fue trasladado al Alcázar de los Reyes Cristianos que en ese momento se encontraba en proceso de recuperación por el arquitecto Víctor Escribano Ucelay con el apoyo del alcalde Antonio Cruz Conde.
Sin embargo, la barba, el bigote y el cabello del difunto corresponde a unas décadas más tarde, por lo que el sarcófago podría haberse realizado sobre la década de 220, a excepción de los retratos de los compradores, que podrían haber adquirido la pieza entre los años 240-250, ya que el cabello del varón coincide con las modas de época del emperador Filipo el Árabe (r.
[1][2] Su lugar de fabricación casi con total seguridad fue Roma, donde se realizaban numerosos sarcófagos prefabricados para luego ser exportados a lugares como Hispania o la Galia.