A su llegada a esta región, se encontraba poblada por otros grupos chichimecas, asentados con anterioridad, ya que habían superado sus orígenes nómadas y habían construido un refinado sistema de pensamiento en torno al cosmos, la mitología, el lenguaje, etcétera, y el culto a la sabiduría, la serpiente emplumada de Quetzalcóatl.
El códice Chimalpopoca menciona que Cuauhtlotliutecutli, Ihitzin, Ticoatzin, Chalchiuhtzin, y Tlahuacan fueron quienes fundaron sus pueblos.
No representaba un grupo homogéneo políticamente estructurado, aun cuando participaban del mismo sistema lingüístico.
Y, no obstante que mantenían rasgos culturales semejantes, se diferenciaban políticamente en el intento casi permanente por ejercer su hegemonía.
Con el establecimiento del imperio mexica, se daban luchas constantes entre los grupos locales por conquistar nuevos territorios.
Sin embargo, su provincia tributaria para el régimen mexica era Petlacalco según el Códice Mendocino.
La característica de la religión mesoamericana la constituía la dualidad; esa existencia en dos extremos, que se niegan y confirman a la vez, donde existe lo bueno porque existe lo malo, la vida por la muerte, lo húmedo por lo seco y así, infinitamente.
En el pueblo de Zapotitlán, es este esquema dualista el mismo que impera en el reparto de autoridades, pues cada barrio tiene sus mayordomías, las cuales se organizan en números ascendentes a partir de su cercanía con la línea divisoria, que es la calle transversal a la avenida Tláhuac, misma que pasa muy cerca a la iglesia.
Este lugar marca el centro del pueblo y es donde se realiza la espectacular quema de “castillos”.
Son máscaras que existen en el Museo de Antropología, donde se representa en una mitad el cráneo y en la otra, la cara íntegra del dios.
A lo largo de los años se ha mantenido viva esta tradición, y se ha venido inculcando a las nuevas generaciones el amor y convicción de continuar gran tradición que perdurará por muchos años más.
En la primera, la más violenta, se hizo frente directamente con toda intolerancia el pensamiento nativo.
Por lo tanto, a Zapotitlán se le incorpora Santiago, que quedaría como santo patrono del pueblo.
Es por esta razón que las avenidas principales "Juárez" e "Independencia" se orientan en línea recta a Tlaltenco.
Frente a ellos y en el centro de la plaza están los santos, reproducidos en tamaño natural.