Este se produjo finalmente a principios de 1807, comenzando con un ataque en Maldonado.
Pero sus soldados fueron fácilmente superados por los ingleses en un breve tiroteo, y muchos ni siquiera llegaron a pelear.
Reunió un importante contingente de soldados y oficiales para hacer frente a las fuerzas enviadas desde Buenos Aires.
El mando político y militar del grupo quedó en manos de Liniers, que residía por esa época en Córdoba, pero ni siquiera el prestigio de este logró conservar sus tropas.
Con los hombres que le quedaban, acompañó al gobernador y a Liniers en su retirada estratégica hacia Salta, donde pensaban tener más apoyo.
Sus restos fueron enterrados en ese mismo sitio, y fueron rescatados varios años después, para ser trasladados a Córdoba.