Santa Colomba de Curueño

Los enlaces de esta rama nobiliaria hacen que a partir del siglo XVIII el dominio territorial y administrativo esté en manos del Señorío de la Casa y Estado de Toral, gobernado desde un palacio solariego que la familia tenía en Vegas del Condado.

En los últimos cien años el municipio se ha visto afectado por la despoblación del entorno rural en España.

Durante el Cuaternario, el río ha modelado, mediante la divagación lateral de su cauce, este valle fluvial, plano, entre las laderas laterales que lo separan del Torío y del Porma.

Coloniza hasta el 47 % del territorio, aunque es raro encontrar verdaderos bosques, que en amplios espacios se encuentran en forma arbustiva o semi-arbustiva.

Siguiendo a este autor, las menciones documentales comienzan con Ambasaguas (Inter ambas aquas, año 959) y finalizan con Santa Colomba, en 1159.

En esta etapa, aún turbulenta, se establecieron aquí estas órdenes religiosas, con el objetivo de defender a los peregrinos que confluían hacia el norte, por la antigua calzada romana, o se dirigían a San Salvador de Oviedo.

El último propietario, que era el duque de Uceda, vendió sus propiedades en la zona a mediados del siglo XIX.

Con el tiempo, apellidos como Robles o Lorenzana dieron origen a una nobleza rural de segunda línea, muy importante para el desarrollo del territorio.

Viniendo a épocas más cercanas, hay que resaltar la perfecta organización comunal de los pueblos del Curueño, gobernados por sus Ordenanzas.

Todos los pueblos tuvieron sus Ordenanzas, verdadero código de funcionamiento civil.

Podríamos llamarlo el segundo poder, después del Estado, mucho más cercano y decisivo que aquel.

Pendón de Santa Colomba
Pendón de Pardesivil
Carro de madera