Lo más importante, se limitaba el gasto para fiestas y el número de éstas.
Entre otros asuntos, se prohibía usar dinero de las cajas comunales para flores, cohetes y comidas comunitarias, y se ordenaba el establecimiento de una escuela con su respectivo maestro a las poblaciones que pudieran costearlo.
[15] Las familias caminaban por el Paseo, en cuya ribera occidental había residencias y puestos de vendimia.
También montaban caballos, recorrían el Paseo en carruajes por la vía aplanada o lo navegaban en embarcaciones de pasajeros.
A esta popular y colorida celebración acudieron personajes como Gemelli Careri, Alexander Von Humboldt y Joel R. Poinsett, y escribieron sobre ella personajes como Madame Calderón de la Barca, Florencio María del Castillo, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Luis Castillo Ledón, Artemio de Valle Arizpe y Luis González Obregón.
La parcialidad de San Juan Tenochtitlan y su juzgado fueron abolidos y los barrios adyacentes a la ciudad fueron incorporados al Ayuntamiento de México, mientras que los pueblos que pertenecían a su jurisdicción, como Santa Anita, fueron desincorporados y formaron gobiernos propios.
Al respecto del Paseo y del pueblo Madame Calderón de la Barca escribió: En 1888 el compositor Juventino Rosas escribió en Santa Anita su obra Sueño de las Flores.
El canal de la Viga perdió caudal hasta convertirse paulatinamente en un lecho cenagoso y posteriormente en basurero.
Santa Anita es una colonia, cuyos habitantes más antiguos luchan por conservar sus tradiciones y festividades.
Aún sus pobladores originarios se conocen por familias, aunque ha llegado gente de otros sitios por la creciente urbanización y construcción de cada vez más departamentos.
Las personas que acuden a participar en esta festividad se reúnen en la plaza vestidas de blanco o de blanco con azul, lo que representa el agua.