Durante el periodo barroco sufrió importantes transformaciones que la dejaron casi irreconocible.Afortunadamente, las restauraciones realizadas en 1908 y 1958 consiguieron devolver al edificio, en gran parte, su pureza románica aunque esto supuso la pérdida de elementos con no poco valor artístico.Esta planta adolece de una tortuosa geometría pues no posee un eje recto en la dirección canónica del imafronte a la cabecera, ni respeta la debida ortogonalidad del transepto con respecto a la nave.Sorprende tan desmañada ejecución en un emplazamiento en el que aparentemente no existe ningún condicionante para un correcto replanteo.Cuatro pseudoventanas ciegas, dos a cada lado, graciosamente decoradas completan la arquería de este singular ábside.El interior responde la descripción que se ha hecho de la planta: una sola nave con transepto.El ábside estuvo ocupado por un retablo plateresco trasladado en una de las restauraciones al brazo sur del crucero.[1] Para ello dotó esta capilla, abierta en el hastial norte del transepto románico.Eleva su mirada hacia lo alto y está clavado en cruz de maderos torsos, con rótulo escrito en tres lenguas.