Posteriormente se trasladó a Neustria a trabajar bajo el mando del tesorero de la corte, Babo, quien lo recomendó ante el rey Clotario II para realizar un trono de oro engastado con piedras preciosas.
[1] Increíblemente pudo hacerlo todo con el mismo peso porque había realizado el trabajo que le había encargado sin ningún fraude ni mezcla de plata, ni ningún otro fraude.
Esta nueva influencia en la corte le permitió obtener limosnas para liberar esclavos, en especial Sajones, que llegaban al mercado esclavista de Marsella, al igual que con el permiso del rey mandó a sirvientes a descolgar los cuerpos de criminales para darles un entierro digno.
Su vida fue relatada en latín por san Abundio, obispo de Rouen, su discípulo y amigo cercano, que redactó la obra Vita Sancti Eligii, en la que comenta varios aspectos sobre la personalidad del obispo como su tendencia a las lágrimas o su progresivo ascetismo conforme pasaban los años.
[1] Es famoso por ser el santo patrón de plateros, orfebres, joyeros, herreros, metalúrgicos y numismáticos.