Consta con el número 200 en el catálogo razonado realizado por el historiador del arte Harold Wethey, especializado en el Greco.
En su predicación, Bernardino mostraba a la gente un panel con el monograma IHS (Iesus Hominum Salvator: Jesús, Salvador de los Hombres) en letras doradas, dentro de un círculo azul, rodeado por un Sol radiante.
En su lugar, está representada una ciudad que recuerda Toledo y sus cigarrales, con un amplio celaje brumoso, como en la mayoría de los paisajes del maestro cretense.
[3] Esta pintura, por sus proporciones, concepto del espacio y posición del personaje, recuerda mucho al San José con el Niño Jesús (Capilla de San José) realizado unos años antes, aunque el colorido es mucho más sobrio y tendente a la monocromía.
Por otro lado, es evidente la geometrización del cuerpo de San Bernardino, que parece inscrito en un triángulo isósceles.