x l7m., se estructura al interior en una nave única dividida en dos tramos y coro a los pies.
Comenzando por el retablo mayor, es éste dieciochesco, según el típico modelo churrigueresco tan común en nuestra provincia.
Así, está profusamente decorado con diversos motivos (querubines, racimos, rocallas, estípites y hojarasca diversa) dorados que resaltan aún más sobre la cuestionable policromía del retablo (rojo y azul).
En el cuerpo inferior, las tres calles están separadas por columnas corintias con numerosos motivos decorativos en sus fustes, mientras que en los extremos aparecen sendos estípites.
La calle central, por su parte, se subdivide en dos cuerpos, el inferior de los cuales lo ocupa un tabernáculo dieciochesco de madera dorada (si bien no se trata probablemente del original) y el superior tiene su hornacina -con fondo policromado- hoy vacía.
La imagen hace gala de una excesiva nitidez, tanto en la postura del personaje como en sus vestidos y sus pliegues, lo que le da un aspecto general algo rudimentario.
Hoy se han añadido a la imagen dos coronas me tálicas y un rosario.
Para acabar con este retablo, mencionar la figura de Dios Padre, talla policromada, que aparece en el frontón curvo.
En el Evangelio, por su parte, se encuentra un destartalado retablo que precisaría restauración urgente en todos sus componentes.
Así, lo que serían los cuerpos laterales, lucen hoy sendas figuritas modernas de escayola (San Antonio y Niño Jesús) dentro de sus correspondientes encuadramientos de madera totalmente ocasionales, y sobre estos, dos pequeñas tablitas al óleo representando San Bartolomé -izquierda-y Santiago Matamoros -derecha- obras ambas del XVII y muy deterioradas.
No obstante, la imagen que originalmente presidiría, una Virgen de vestir (hoy destrozada y guardada en la sacristía) ha sido sustituida por una escayola moderna.