Al casarse su hermana, el joven Salvador pudo hacer realidad su deseo de dedicarse a la vida religiosa.
En 1542 profesó la orden y fue enviado al convento de Tortosa.
Ejerció siempre las tareas más humildes y fatigosas, como por ejemplo de portero o cocinero.
El fraile así lo hizo, y la niña empezó inmediatamente a hablar.
Este es el motivo de que haya sido un santo reivindicado por algunas tendencias nacionalistas catalanas.