Salvador Herrera Pinto

Desde muy niño sintió la vocación sacerdotal e ingresó en 1902 al convento de la Recoleta del Cusco.

[3]​ En 1935 fue partícipe destacado del Primer Congreso Eucarístico Nacional realizado en la ciudad de Lima.

Fue un notable políglota, conocedor tanto de lenguas clásicas (griego, hebreo y latín), modernas (inglés, francés, italiano, alemán) como andinas (quechua, aymara), elevando siempre la riqueza del idioma quechua, que aprendió desde su niñez en su natal Apurímac.

[5]​ Fue su intención fundar un convento franciscano en Abancay para lo cual realizó gestiones y colectas logrando adquirir dos terrenos que luego fueron traspasados a la Diócesis de Abancay que construyó en uno de ellos el actual Seminario Menor mientras que el otro se destinó a la granja de producción agrícola "San Francisco".

Sus últimos años los pasó en oración y comunidad con sus hermanos franciscanos en el Convento de los Descalzos en Lima.

[13]​ Monseñor Herrera cuestiona la teoría tradicional de que Palma sea limeño porque ella está basada en la mera afirmación del escritor, quien en vida no señaló arraigo en Lima, lo cual abona la teoría que era un foráneo a esta ciudad, así como las conclusiones del historiador Raúl Porras Barrenechea quien, según dice, encontró una partida de nacimiento de un tal Manuel Palma; cuestionando la primera porque Palma ha afirmado varias cunas, entre ellas Arequipa (según carta cursada al Presidente Francisco García Calderón donde además, en lo que sería una bajeza y gran afrenta, señala que su padre era el coronel José Palma y no el Pedro que todos afirman), y la segunda en los cambios de nombre del niño (Manuel por Ricardo) y de la madre (Gillerma Carrillo por Dominga Soriano) que Porras Barrenechea le atribuye libremente sin considerar que tan importante información registral no puede variarse sino mediante anotación marginal, además de la descripción física hecha en la partida del niño Palma como de raza “pardo” (hijo de indio y negra), hecha por un canónigo registrador experto en esa apreciación, descripción que contradice con las fotografías que existen de Palma, de joven y viejo, a quien.

Monseñor Herrera, además, obtuvo testimonios, sino confesiones, de personas muy honorables que afirmaron, por escrito.

La reciente valorización de la tradición oral frente a la prueba documental como fuente histórica ha vuelto a hacer vigente la tesis de Monseñor Herrera, como recientemente lo subrayó Marco Aurelio Denegri.

Medalla conmemorativa de la Consagración Episcopal de Mons. Salvador Herrera
Vista aérea aeropuerto Abancay, Apurimac.