[1][2] Carlomagno, rey del imperio franco en aquella época y posteriormente emperador, quiso regalar el salterio manuscrito al papa Adriano I (en el cargo 772-795), como se desprende de un poema dedicatorio que lo precede.Sin embargo, Adriano murió antes de la entrega del salterio, por lo que éste permaneció en posesión imperial.Se ha conservado la lista de objetos que llegaron a Espira en aquella época.[4] Dado que el salterio contenía una dedicatoria de Carlomagno, posteriormente se pensó que el libro era un regalo de Carlomagno a su primer obispo en Bremen, San Wilehado, y se trató como una reliquia.Por ello, el salterio no se guardaba en la biblioteca de la catedral, sino en el tesoro.[7][2] Ya no existe la antigua cenefa, presumiblemente un marco de metal plateado o dorado montado sobre madera con otras decoraciones.