La única diferencia entre una salaílla y una jayuya es que la segunda es dulce y se cubre con azúcar en vez de sal.
Las salaíllas y jayuyas son dos preparaciones clásicas de Alfacar y Víznar, dos pueblos con gran tradición panadera.
La salaílla contiene harina, agua, masa madre, levadura y sal.
Se aliña con aceite y sal y se cuecen a 200-230 °C en hornos alimentados por madera de olivo y otras leñas procedentes de la Sierra de Huétor.
En estos días es típico consumir salaíllas con habas verdes procedentes de la Vega de Granada, además de jamón serrano, tocino curado o bacalao seco (aunque este último, al estar en salazón, aumenta en exceso el nivel de sal en combinación con la salaílla).