Rodrigue de Villandrando

Su triste fama se debe a su arrojo y a sus constantes acciones de pillaje, que le valieron el título de Empereur des Brigands (Emperador de los Bandidos) o L’Écorcheur (El Desollador).

Su ascensión es rápida hasta lograr el título de capitán por méritos propios (batallas de La Gravelle, 1423, Verneuil, 1424, y Montargis, 1427).

Meses más tarde, asola la localidad de Saint-Clément-de-Régnat, y es empleado por los franceses para reprimir a sangre y fuego una rebelión campesina, para lo cual no duda en masacrar a aquellos, hombres, mujeres y niños, que se habían refugiado en Saint-Romain-le-Puy.

Así, las localidades de Bor-et-Bar, Salers, Laparade (1433), Cordes (1436), Lauzun, Fumel, Issigeac y Blanquefort (1438) se ven asediadas, tomadas y asoladas.

A su regreso, contrae matrimonio, en segundas nupcias, con Beatriz de Zúñiga (hija del Mariscal Íñigo de Zúñiga), con la que tendrá dos hijos, Pedro, futuro conde de Ribadeo, y María.

Sus gestas y su trayectoria -aunque sin nombrarlo explícitamente-, fueron recogidas con crítica satírica en la Segunda Parte del Libro Tercero del poemario medieval valenciano Espill de Jaume Roig, contraponiendo sus mercenarias acciones militares, a la del ideal caballeresco.

[2]​ Respecto de su muerte, existen diferentes versiones, como corresponde a un hombre cuyas hazañas y fechorías han cimentado la leyenda.

Según otros –los menos-, Rodrigo de Villandrando habría sido víctima del complot urdido por nobles castellanos levantiscos y mediante el que tenían decidido asesinar al soberano con ocasión de un banquete, ofrecido como falso testimonio de su fidelidad.

Escudo de armas de Rodrigo de Villandrando.