Roberto Innocenti

Sus libros ilustrados se han publicado en lenguas tan diversas como el francés, alemákimro emxn, inglés, búlgaro, chino, portugués, español, catalán, holandés, finés, georgiano, coreano o japonés, lo que habla a las claras de lo universal de sus ilustraciones.

Roberto Innocenti nació en 1940 en Bagno a Ripoli, en plena Segunda Guerra Mundial, hecho que se reflejará en su obra.

En los años 70 llegaron a Italia las ilustraciones de los grandes innovadores: Delessert, Sendak, Ungerer, etc., que impactaron enormemente sobre el joven Innocenti.

Pero como por entonces las oportunidades de trabajar como ilustrador eran muy escasas, siguió haciendo un poco todo: animación, diseño gráfico, cartelismo.

Todos los cuentos ilustrados por Innocenti se sitúan en un marco histórico determinado, que el artista recrea con minuciosidad.

"Siente un horror mayúsculo por el anacronismo tan caro a muchos ilustradores"(...) Permanecer fieles a un texto significa respetar el trabajo del escritor, comprender la historia y quererla contar", dice sobre estos aspectos la historiadora de arte, Mª José Ferrada.

[2]​ Por otro lado, sus ilustraciones pueden ser calificadas de realistas, casi fotográficas, pero, al mismo tiempo, su preciosismo en los detalles más mínimos lo entroncan con grandes pintores como [http://Breugel (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).

En 2008 recibe la [http://Medalla%20Hans%20Christian%20Andersen (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).

De hecho, con una sola excepción, todas sus obras se han publicado antes en el extranjero que en Italia.

Dice el ilustrador al respecto: "La verdad es que hay muy pocos profesionales del gremio en Italia, la mayoría viejísimos.

Italia es, desde la posguerra un país provinciano para los ilustradores y los narradores, con un mercado totalmente autárquico, que mira demasiado hacia el interior.

Cuando el narrador relata la muerte de la niña sólo sabemos que “se movieron sombras entre los árboles.

La guerra ha sido siempre un tema tabú en la literatura infantil y más en los años 80 cuando apareció.

Estas vistas panorámicas habitadas por multitud de objetos y personajes inevitablemente nos remontan a Brueghel el Viejo (1525-1569).

En un mundo pintado con grises, beises y marrones sólo estas personas valientes aparecen plasmadas con colores vivos.

Y Roberto Innocenti, con su mirada centrada en el detalle, esa en la que lo pequeño habla para mostrarnos lo profundo, se ha convertido en uno".