En poco tiempo, Magdalena se dio cuenta de que no era lo apropiado para su hijo, y lo llevó en 1934 al Instituto Magistral (Istituto Magistrale; después, Liceo Delle Scienze Umane; hoy, Liceo Delle Scienze Sociali), dedicado a las humanidades.
Después dio lecciones en escuelas de Brusimpiano, Ranco y Cardana di Besozzo.
Como decía él mismo, al ser tan joven, la enseñanza que impartía no era de mucha calidad, pero eran las suyas clases amenas en las que los mismos niños aportaban su fantasía para ayudarle con sus obras literarias; esa es una de las características peculiares reconocibles en la obra del escritor.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Rodari fue exento del servicio militar por su poca salud.
Por entonces, ganó una oposición de magisterio y empezó a hacer suplencias en Uboldo.
En esa época, publicó algunas transcripciones de leyendas populares y algunos cuentos, siempre con el seudónimo Francesco Aricocchi.
En 1950 se trasladó de Milán a Roma, y allí fundó y dirigió con la militante comunista Dina Rinaldi (1921 - 1997) el semanario juvenil Pioniere (Pionero), de la API (Associazione Pionieri d'Italia), organización con la que mantendría una colaboración durante diez años, hasta el cierre del semanario.
[5] Con el seudónimo Benelux, Rodari se encargaba de una sección crítica diaria en Paese Sera que tenía muchos seguidores.
Visitó varias veces más la Unión Soviética, donde se difundían sus libros por la escuelas de las repúblicas.
[16] La obra se forjó oficialmente en Reggio Emilia, ciudad muy querida por el escritor y a la que no falta dedicatoria.
Esos apuntes, escritos hacia 1940, formaban parte de su Quaderno della fantasia, y fueron recobrados en 1972.