Prendieron al teniente Pedro de Bobadilla, controlando el resto del edificio, salvo la torre del homenaje donde se hicieron fuertes los hombres de Bobadilla teniendo con ellos a la infanta Isabel.
La acompañaban el cardenal Mendoza y Rodrigo Alonso Pimentel, conde de Benavente.
Una vez dentro del mismo, acudió el gran concurrencia de pueblo y la reina, desoyendo a sus consejeros, mandó que entrasen y expusiesen sus quejas.
Finalmente, tras diversas averiguaciones realizadas por la soberana, la alcaídia fue restituida a Andrés Cabrera.
Cabrera mantendría este cargo hasta su muerte, salvo por unos meses en 1506-1507 en que Felipe I el Hermoso la otorgó a Juan Manuel, señor de Belmonte.