Revuelta de los Barretines

[1]​ Por otro lado, esta misma historiadora ha comparado la revolta dels barretines con la Segona Germania del reino de Valencia, que se produjo pocos años después, destacando que presentan «un común denominador, la fuerte presión fiscal que soportaban amplios sectores del campesinado y el rechazo hacia el régimen señorial» y que también coinciden en que no son «movimientos espontáneos, primarios, protagonizados por los desheredados de la sociedad, sin ningún programa coherente, nula significación política e ideológica, y ninguna trascendencia social o económica fuera del mismo ámbito de la revuelta» sino que «sus motivaciones son de largo alcance, sus dirigentes pertenecen a los grupos campesinos acomodados, desarrollan una estrategia bien estudiada y persiguen unos objetivos claramente definidos.

El propio virrey Velasco se desplazó hasta Granollers, acompañado de algunos miembros de la Generalidad, donde recibió una delegación local, que pidió disculpas, pero continuó negándose a pagar la contribución.

Pero las autoridades no tomaron ninguna resolución, mientras que los campesinos procedieron a tejer una red de alianzas locales que se pondría en marcha en caso de amenaza.

Al tiempo que la negativa a pagar las contribuciones militares se replicaba por diversas poblaciones.

En las poblaciones del Llobregat se formaron diversos cuerpos (en torno a 18.000 hombres) que rodearon Barcelona, produciéndose enfrentamientos con el ejército, que consiguió dispersar a los sediciosos.

El virrey intentó una nueva fórmula: obtener un donativo por parte de las ciudades, a lo que accedieron algunas donde predominaba la actividad manufacturera, pero en zonas agrícolas la resistencia al donativo fue constante.

[13]​ Durante la revuelta se usó en Centelles el término botiró para referirse a los soldados del rey.

Los lingüistas Pere Labèrnia Esteller, Francesc de Borja Moll y Joan Corominas sostienen que la palabra botiró guarda la misma raíz (botir: "hinchar", "hincharse") que la palabra botifler usada durante la Guerra de Sucesión Española para referirse a los partidarios de Felipe V.

Así botiró y botifler, según el historiador Joaquín Albareda, «podrían tener la misma connotación de persona arrogante, presumida, orgullosa».