Muchas ciudades ocupadas por los persas en Asia Menor y Chipre se alzaron contra sus dominadores.Para ello debía atacar, con la ayuda de los contingentes griegos jonios, en primer lugar, a los escitas, que habían creado un poderoso imperio en Rusia meridional y cuyas relaciones comerciales con los griegos eran fructuosas y activas.Algunas expediciones contra los escitas acabaron en un estrepitoso fracaso, ya que estos aplicaban la táctica de la tierra quemada al ejército persa.Las ciudades de Jonia habían sido conquistadas por Persia alrededor del año 540 a. C. y posteriormente fueron gobernadas por tiranos nativos, nombrados por el sátrapa persa en Sardes.Esta campaña fue la única acción ofensiva de los jonios, que posteriormente pasaron a la defensiva.Aunque inicialmente hizo una campaña exitosa en Caria, este ejército fue aniquilado en una emboscada en la Batalla de Pedaso.Estaba constituida por doce ciudades griegas[1] fundadas hacia el siglo VIII a. C.: Mileto, Éfeso, Focea, Clazómenas, Colofón, Priene, Teos, Quíos, Samos, Eritras, Miunte y Lebedos.Después, sólo Mileto había acertado a concluir un tratado de amistad que le asegurara una relativa independencia.Además, los persas favorecieron sistemáticamente a los rivales fenicios de Tiro y Sidón.Aristágoras partió, en el invierno de 499 a. C., hacia Grecia continental para solicitar ayuda militar.El momento era poco propicio, pues Esparta estaba dividida por la rivalidad de sus dos reyes Cleómenes I, que al parecer poseía pocas cualidades para el mando y gobierno, y Demarato, que al ser el hijo segundo al nacer (pese a que fuese de la primera esposa de su padre).Para las ciudades griegas de Europa, el problema les quedaba lejano y los conflictos locales eran juzgados más importantes.En cuanto a Histieo, ejerció la piratería en el mar Egeo y fue muerto poco después.Los carios se repusieron e infligieron una grave derrota a los persas en el siguiente otoño en Pedaso (496).Así el poeta Frínico compuso una obra titulada La Toma de Mileto que hacía anegar en lágrimas al público (siendo condenado su autor a una multa de 1000 dracmas por haber recordado acontecimientos desgraciados).[13] La intervención militar persa en Asia Menor había traído a Darío I hacia Occidente y suscitado quizás en él ideas expansionistas, o al menos, el deseo de establecer en Grecia misma, regímenes que le fueran favorables.El papel jugado por Atenas y Eretria le mostraron la necesidad de imponer su autoridad sobre las dos orillas del mar Egeo.Sin embargo, si se exceptúa la suerte de Mileto, Darío usó una moderación relativa que impuso un fuerte tributo a las ciudades sublevadas pero permitiéndoles su autonomía.
La quema de
Sardes
por los griegos durante la revuelta jónica en el 498 a.