Revolución de las sabanas

Durante aquellos años también se establecieron pueblos de indios en las sabanas para concentrar a esas comunidades: San Andrés de Sotavento, Chinú, Cereté, Toluviejo, Colosó, Morroa, Sampués y Pinchorroy (o Chimá).En cambio, los españoles se concentraron en Tolú, Santa Cruz de Lorica, Sincelejo y Corozal.[23]​ En Cartagena, los pardos y negros apoyaron la revolución porque les ofrecía igualdad de derechos, pero la mayoría parda que había en las sabanas se mostró contraria, similar a lo sucedido en Patía y los Llanos de Venezuela.Sin embargo, es más probable que sólo quisieran defender su tradicional autogobierno frente a las injerencias del nuevo gobierno de la ciudad.[26]​ Básicamente, acusaban a los revolucionarios de ser unos jacobinos que amenazaban la religión católica.[13]​ Además, muchos indios veían en la monarquía española una protección frente a los terratenientes, que estaban representados en los nuevos gobiernos revolucionarios.[22]​ En una carta a Fernández Rebustillo,[nota 1]​ los rebeldes declararon: «Gloria a Dios en las alturas que nos ha unido con tal acierto, contando con 5.000 hombres, y sólo nos detiene el proceder a reconquistar toda la provincia la protección de esa con tropas y jefes disciplinadas, aunque no sean más que 500 o 300 hombres disciplinados, armas, pólvora y demás pertrechos de guerra necesarios a nuestros justos intentos, y como tal estamos aguardando con ansias estos socorros, que pedimos con oportunidad […] y sin pérdida de tiempo, no sea que nos invadan los jacobinos».[34]​ El sacerdote Vásquez afirmaba en su Informe[nota 3]​ que los rebeldes tenían «reuniendo 1.500 o 2.000 hombres de todas armas».Envió un chasqui al puerto para informar de la rebelión y se atrincheró con 120 hombres, consiguiendo el apoyo de San Jacinto, San Juan Nepomuceno, El Guamo, El Yucal y Barranca.[41]​ Luego se les unieron 200 hombres de Sincelejo liderados por Pedro Paternina.[50]​ En la iglesia local Vásquez celebró un Te Deum y una fiesta con el estanco de aguardiente.[43]​ Las tropas patriotas en Yatí desertaron y dejaron solo al comandante Manuel Guerrero.[54]​ Sin embargo, según un artículo de la época[nota 6]​ abandonaron sus fusiles, que pudieron recuperarse para los patriotas.[40]​ Cuatro días más tarde cayó San Juan y luego El Carmen, dejando abierta la ruta al puerto.[49]​ Esto permitió al puerto preparar una expedición al mando del coronel Manuel Cortés Campomanes, quien siguió una ruta terrestre por Mahates[58]​ hacia Ovejas, la puerta de entrada a las sabanas y donde Fernández Rebustillo trasladó su cuartel general.[38]​ Entre tanto, otra fuerza fue enviada por mar para amenazar Tolú a cargo del comandante Miguel Carabaño.[64]​ Fernández Rebustillo huyó por la villa de San Benito a Pinto, en tierras samarias.[66]​ El territorio rebelde quedó con guarniciones patriotas que no dudaron en imponer exigencias económicas y de avituallamiento a los locales.[67]​ Para el gobierno cartagenero, las sabanas eran vitales para obtener víveres, pero también para mantener las siempre difíciles comunicaciones con el interior.[74]​ Su retirada fue rápida después de los combates y tan pronto sucedió el levantamiento se acabó.