Esto hizo ver a progresistas y republicanos que no alcanzarían el poder de forma constitucional en aquellas circunstancias.
Muchos liberales progresistas conspiraban contra el gobierno moderado desde 1843, pero con escasa relevancia salvo el Levantamiento de Solís en 1846, que terminó en fracaso.
En Madrid, donde el combate fue más intenso, se vivieron auténticas batallas en la Plaza Mayor y otros lugares cercanos.
A su vez, el líder moderado actuó en ambas revueltas con rapidez y decisión, haciendo que las revoluciones de 1848 no tuvieran en España apenas repercusión.
Esto le permitió gobernar a voluntad y sin supervisión de ningún tipo durante dos años.
Ambas ramas se aislarían de la política española hasta seis años después, cuando volvieron al poder tras la Vicalvarada, sin embargo sólo lograrían permanecer en el gobierno por dos años, para encontrarse en la misma circunstancia hasta la Revolución Gloriosa, ya en 1868.