En 1804 Javier Goya se casó con Gumersinda Goicoechea, con quien tuvo un único hijo, Mariano, apodado "Marianito".
[2] Los padres de Mariano vivieron con el pintor hasta 1806, cuando se mudaron a la casa que les dio.
[4][5] El último retrato aun muestra reminiscencias de los delicados e inocentes rasgos del niño.
En 1828, al enterarse de la enfermedad del abuelo, Mariano llega a Burdeos y lo acompaña en sus últimos momentos.
En 1854 vendió la Quinta del Sordo, que había recibido de su abuelo.
[5] Goya enfatizó la pureza e inocencia de los niños, en contraste con el pintor barroco Murillo, que se centraba en la pillería picaresca.
[9] Está vestido con ropa elegante propia de una edad mayor, que parece quedarle un poco grande.
[9] El cuello alto y abierto de la camisa blanca revela la piel rosada del pequeño.
Tiene el pelo rubio rizado y grandes ojos negros que evocan la belleza de su madre.
[3] El cuadro perteneció a Javier Goya, y luego al propio Mariano.