El retamar aparece frecuentemente como una etapa de degradación en zonas en las que el ecosistema clímax sería el encinar o el coscojar.
Parece demostrado que en ambientes semiáridos los retamares dan lugar a un estrato herbáceo relativamente tupido, manteniendo un alto grado de diversidad.
De entre las herbáceas más frecuentes ligadas a la retama están Centaurea aspera, Crupina vulgaris, Echinaria capitata, Echium vulgare, Eruca vesicaria, Eryngium campestre, Euphorbia serrata, Plantago albicans, Stipa sp.
El conejo de monte mantiene los retamares aclarados, donde se alimenta dando lugar a curiosas formaciones sabanoides.
Estos ecosistemas abiertos constituyen magníficos cazaderos para las águilas reales, perdiceras e imperiales.