Retablo de la Inmaculada Concepción (Santa Capilla)

[1]​: 27–28  Por su parte, en 1528 consta que Alonso Espinosa se encontraba trabajando en la Santa Capilla de acuerdo con los libros de cuentas: «Alonso Espinosa entallador q hizo un trabajo para un retablo DXL mo.».

[2]​: 78  De esta misma época data el conocido como «terno rico», cuyo precio fue acordado en 30 000 maravedíes con el brocador Diego del Arco y su sobrino; este terno está confeccionado en terciopelo o felpa colorada y «once onzas de oro hilado que trujo Medina de Granada para los cordones del terno rico», pieza que se cree es la que se conserva actualmente, la cual se emplea el día de la fiesta de San Andrés.

Numerosos libros corales de gran valor datan a su vez de este periodo del mismo modo que varias bulas, un misal jienense y diversos libros litúrgicos, biblias y decretales, destacando por su parte algunas obras incunables.

La devoción de los fieles a esta talla mariana aumentó con gran rapidez y consta que se le obsequiaron una corona, una media luna y un cetro elaborados en plata más una serie de alhajas y doce atuendos de distintos colores, compuestos cada uno por un vestido con su correspondiente manto.

En el informe, redactado sin que los franciscanos hubiesen llegado nunca a ver en persona el retablo (tan solo contaban con el testimonio del gobernador), se hizo constar lo siguiente:[1]​: 33–34 Una vez expuestas estas circunstancias, casi con toda seguridad exageradas, los frailes, tras comprobar los estatutos de la capilla, consideraron que los cofrades podían comisionar sin problema la factura de un nuevo retablo a costa de la pérdida del anterior, aunque con la advertencia de no realizar un gasto excesivo, tomándose una parte de la vivienda colindante a la capilla para colocar en ella el camarín.

No obstante, esta talla sería retirada tan solo dos años después: los motivos de este hecho resultan desconocidos, pudiendo deberse a que la misma no era del gusto de los fieles o los gobernadores de la capilla; a que la talla constituía un préstamo de Miranda, quien seguía siendo su legítimo propietario; o a que su tamaño no se ajustaba a las dimensiones del camarín.

Compuesto por un cuerpo de una sola calle con ático y banco, el cuerpo se flanquea con los pilares salomónicos mientras que en el centro luce un arco de medio punto, en cuya zona superior se ubica un motivo de rocalla con el anagrama MA (María), cobijándose en su interior el camarín, coronado por una bóveda de ocho gajos ornamentados con motivos florales pintados en tonos pastel.

[4]​: 73 Teniendo en cuenta la datación de la obra, esta se erige como una aportación muy singular en una época en la que las representaciones marianas constituían ya algo convencional.

[4]​: 73  A los lados, flanqueando el cuadro, se sitúan dos pilastras de profusa decoración las cuales presentan en lo alto una ménsula de rocalla y diversos motivos ornamentales en relieve en el resto del fuste.

Junto a estas pilastras, a modo de cierre de la composición, destacan dos diminutos infantes desnudos de bulto redondo portando cartelas, mientras que la obra se corona con un frontón clásico decorado en el tímpano con un gran motivo de rocalla en cuya sección inferior se halla una cabeza en alto relieve del mismo tipo que las presentes en el cuerpo y el banco.

Inmaculada Concepción (1735), por Felipe de Mesa.
Bóveda del camarín.
Inmaculada Concepción (1699), por Ambrosio de Valois.