Restauración Comneno

Todo esto ocurría al tiempo que la institución militar del imperio se encontraba en desorden y era cada vez más dependiente de mercenarios.

Si bien el imperio se desintegró rápidamente tras la muerte del último emperador Comneno, Andrónico I, en 1185, la restauración Comneno representó la cúspide final de los mil quinientos años de historia del Imperio romano.

En las décadas anteriores a los Comneno, el Imperio bizantino había estado en constante declive debido a muchos factores, el más importante de los cuales era el conflicto político entre la burocracia estatal de Constantinopla y la aristocracia militar bizantina.

En el campo, existía un campesinado libre, a diferencia de lo que ocurría en Europa occidental.

Las defensas fronterizas bizantinas cayeron en decadencia a medida que los sucesivos emperadores desmantelaban los grandes ejércitos permanentes de épocas anteriores para ahorrar dinero.

Esto hizo que los ejércitos fueran aún más débiles para hacer frente a las incursiones externas.

Los burócratas contrataron entonces mercenarios, en particular normandos, para reemplazar al ejército profesional y usaron reclutas cada vez más viejos para defender la tenue frontera.

Estas bandas mercenarias también se pusieron al servicio de los aristócratas, rebelándose contra el gobierno.

Se dejó que la administración estatal, la economía y el sistema militar quedaran abandonados, en gran parte debido a heridas autoinfligidas.

Ahora bandas túrquicas atacaban en mayor número, saqueando aún más en Anatolia oriental y central sin oposición.

Alejo no tenía un ejército lo suficientemente fuerte como para resistir con éxito la invasión al principio y sufrió una grave derrota en la batalla de Dirraquio (1081), que permitió a Roberto y a su hijo Bohemundo ocupar gran parte de los Balcanes.

Roberto se vio obligado a abandonar Grecia para hacer frente a un ataque contra su aliado, el papa Gregorio VII, por parte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique IV.

[5]​ Alejo esperaba especialmente recuperar Siria y otras áreas que habían sido parte del Imperio bizantino en siglos anteriores.

Juan II Comneno continuó con los éxitos militares de Alejo y durante todo su reinado fue conocido por ser un comandante amable y cauteloso que nunca arriesgó a las fuerzas bizantinas en enormes enfrentamientos que podrían haber resultado en grandes catástrofes.

La historiadora Zoé Oldenbourg cree que, si Juan hubiera vivido tan solo unos años más, los bizantinos habrían logrado avances territoriales mucho mayores.

[8]​ Además, Manuel abrió relaciones con los reinos occidentales, pues había aprendido a apreciar sus diversas culturas, e incluso organizó competiciones de justas con regularidad.

Debido a esta afición, aumentó los lazos diplomáticos con Occidente, concertando alianzas con el Papa y los cruzados de Ultramar y se enfrentó con éxito a la problemática Segunda cruzada que pasó por sus tierras.

Independientemente de la historia real, está claro que después de Miriocéfalo, los avances bizantinos en Anatolia se detuvieron para siempre y lo único que pudieron hacer en adelante fue simplemente mantener el statu quo.

Andrónico era conocido por su increíble crueldad: a menudo utilizaba grandes actos de violencia para lograr que otros siguieran sus órdenes, lo que generaba poca simpatía por parte del pueblo de a pie.

Aunque Andrónico trabajó incansablemente para erradicar la corrupción en el Imperio, sus tácticas de mano dura contra la aristocracia naturalmente llevaron a la disidencia, y finalmente fue derrocado en 1185.

Andrónico intentó mejorar la vida en las provincias reformando el decadente sistema político, prohibiendo la venta de cargos, castigando a funcionarios corruptos y, sobre todo, frenando el poder de los grandes nobles feudales y terratenientes cuyos privilegios minaban la unidad del imperio.

En dos siglos, Constantinopla, por primera vez en su historia milenaria como capital del Imperio bizantino, sería conquistada por una potencia extranjera.

La decadencia del Imperio comenzó casi de inmediato, pues sin los fuertes emperadores Comnenos, los problemas financieros y militares anteriores del Imperio se hicieron evidentes e imparables, y para 1204 Bizancio había dejado de ser una gran potencia.

El Imperio Bizantino bajo Manuel I Comneno , c. 1170. En esta etapa, gran parte de Asia Menor y gran parte de los Balcanes se habían recuperado.
El imperio bizantino bajo Manuel I Comneno, c. 1170. Para esta etapa, se había recuperado gran parte de Asia Menor y una gran sección de los Balcanes.