La reserva cognitiva es un concepto neuropsicológico que se refiere a la tolerancia cognitiva o psíquica frente a los cambios cerebrales fisiológicos relacionados con la edad o alguna patología, sin presentar síntomas clínicos.
[4] De igual manera las experiencias vividas pueden influir en la neuroanatomía de nuestro cerebro contribuyendo a la neurogénesis adulta la angiogénesis, haciendo nuestro cerebro más resistente a la apoptosis y regulando la plasticidad neuronal.
Normalmente es poco específico si estas diferencias individuales son resultado de la genética o de factores puramente ambientales —una persona puede obtener un nivel avanzado de educación u ocupar su tiempo en actividades estimulantes, bien porque su cerebro esta genéticamente habilitado para ello y le permite tener éxito en los estudios o le da cierta predilección por la lectura que por otras actividades o bien porque al elegir realizar estas actividades influimos en la estructura cerebral cambiándola y haciéndolas más resistentes al daño patológico.
[2] Son varias las enfermedades donde se ha encontrado que el estilo de vida pre-mórbido del paciente puede influenciar en la manifestación clínica y en las afectaciones funcionales presentadas.
Las demencias, en especial la enfermedad de Alzheimer, son las que más se han ligado al concepto de reserva cognitiva, pero también se ha relacionado este con la esquizofrenia, el envejecimiento no patológico y el deterioro cognitivo leve o moderado.