Su declaración está encaminada a la conservación del espacio natural singular así como de los usos y costumbres que se han venido dando en el mismo a la vez que se persigue la difusión de sus valores naturales y etnológicos entre la población.
Las hojas son pequeñas y muy imbricadas entre sí, de tipo cupresoide.
Florece en primavera y su fruto madura en otoño-invierno pasando del color verde al pardo azulado.
Su madera es sumamente dura y resistente, y al quemarse desprende un olor que recuerda al incienso, cualidad que le ha valido el apellido de thurifera.
El Abión forma, poco después de nacer, un cañón con abundante vegetación y fauna.
Este acuífero es una red de galerías (exploradas en escasos 100 m) bajo el terreno.