En contraste con su madre, quien era querida y respetada en la corte, de Soucy no gozaba de las mismas simpatías, siendo descrita como autoritaria e intrigante.
Cuando la turbamulta irrumpió en la cámara, la princesa de Tarento se acercó a hablar con uno de los revolucionarios, quien replicó: "nosotros no peleamos con mujeres; marchaos, todas vosotras, si queréis", tras lo cual permitieron que las mujeres abandonasen el palacio sin sufrir daño alguno, llegando a ser escoltadas algunas de ellas por los rebeldes.
Tras su llegada a Austria, la comitiva francesa de María Teresa fue despedida por el emperador austríaco, quien no quería que nadie la convenciese de no cumplir su deseo de desposarse con un archiduque austríaco.
Según la teoría del intercambio, Pierre de Soucy (o tal vez Catherine de Varenne) era en realidad Ernestine Lambriquet, quien ocupó el lugar de María Teresa durante su viaje con la ayuda de Renée Suzanne de Soucy, tras lo cual Lambriquet continuó el viaje a Austria haciéndose pasar por María Teresa, mientras la auténtica María Teresa se establecía en Alemania como la Dunkelgräfin.
De hecho, el emperador austríaco pidió que se permitiese a Ernestine Lambriquet acompañar a María Teresa a Austria, pero el ministro Benezch alegó que no pudo localizarla, a pesar de haber estado viviendo bajo la protección de Renée Suzanne de Soucy y la familia de Mackau desde el asalto a las Tullerías.
Tras la muerte de Soucy, Lavergne continuó con el chantaje hasta 1847.