Ajuste estructural es un término que se utiliza generalmente para describir los cambios de políticas implementados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (las instituciones Bretton Woods) en países en desarrollo.
[1] Las condiciones son implementadas para asegurar que el dinero prestado sea gastado de acuerdo con los objetivos globales del préstamo.
[2] Al principio, estas condicionalidades se enfocaron principalmente en la política macroeconómica de los países.
Estos programas incluyen tanto cambios internos (en particular, privatización y desregulación) como externos, especialmente la reducción de barreras comerciales.
Los países que no logran adoptar estos programas pueden ser sujetos a una severa disciplina fiscal.
Existen múltiples críticas que se enfocan en diferentes elementos del programa de ajuste estructural.
Como resultado de ello, los beneficios corporativos aumentan y los flujos comerciales se incrementan hacia ese país en particular.
Si bien esto aumenta el PIB, la mayoría de los ingresos en realidad beneficia a la corporación y al país donde la empresa tiene sede.
Aparentemente, esta política tiene como objetivo aumentar la eficiencia y la inversión, a la vez que disminuye el gasto público.
Los recursos de propiedad del Estado deben ser vendidos sea que generen beneficios fiscales o no.
Por ello, muchos académicos han sostenido que los programas de ajuste estructural no responden al interés del país prestatario, sino más bien a las élites del mundo en desarrollo y desarrollado.