Alemania llegó relativamente tarde al Reparto de África, en comparación con los tempranos avances imperialistas de Francia o Gran Bretaña, pero al terminar el siglo XIX Alemania ya poseía un imperio colonial en territorio africano: el África Oriental Alemana (que abarcaba la actual Tanzania, Ruanda, Burundi, y norte de Mozambique), Togoland (actual Togo y parte de Ghana), Camerún, y el África Alemana del Sudoeste (la actual Namibia); aun así estos territorios se hallaban mutuamente alejados y estaban lejos de las grandes rutas comerciales que ya habían conquistado franceses y británicos.
La política colonial alemana tenía efectos visibles en el tejido social de las comunidades nativas: los campesinos varones debían ausentarse de sus normales tareas agrícolas durante largos meses para dedicarse únicamente al cultivo del algodón en las granjas establecidas al efecto por los alemanes, y eran las mujeres quienes debían afrontar las labores del campo, aumentando la carga de trabajo y con ella las dificultades para la subsistencia.
Los sublevados se refugiaron en las creencias mágicas para expulsar a los europeos y usaron la magia como un poder unificador entre las diversas tribus que apoyaron la revuelta.
Poco después la tribu Ngoni, que había abrazado el islamismo y era una remanente de la Confederación Ngandwe (derrotada por los zulúes en 1818), se unió a la rebelión con 5000 hombres.
Los ngoni fueron derrotados rápidamente, y según los oficiales alemanes presentes, arrojaron sus recipientes conteniendo el líquido mágico proporcionado por Bokero, gritando que dicha mezcla era un fraude.
Cuando a fines del mes octubre llegaron todos los refuerzos, Götzen planificó su ofensiva en el sur.
La rebelión persistió en la región sudoriental y allí el combate se transformó en una feroz lucha de guerrillas, la cual trajo consigo una considerable hambruna.
Desde fines de 1905 el capitán Wangenheim, unos de los jefes militares germanos en la colonia, aconsejó al gobernador Von Götzen recurrir a la hambruna organizada como método para sofocar la rebelión, alegando en una carta que "sólo el hambre y la necesidad pueden ganarnos una total sumisión.
Recién en agosto de 1907 fueron eliminados los últimos rebeldes y los alemanes dieron por concluida su campaña.
Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el África Oriental Alemana resultaba ser una colonia mucho mejor administrada, y las autoridades alemanas mantuvieron la lealtad de la población nativa en su lucha contra las tropas británicas.