Varios profetas del Antiguo Testamento (Isaías 1:21, Jeremías 2:20, Jeremías 3:1-11, Ezequiel 16:1-43) y en Gálatas 4:25, se hacen mención de las infidelidades de Jerusalén como prostitución.
Por otra parte, Jesús mismo atribuyó a la sangre derramada de los profetas y los santos (Mateo 23:24-37) a los fariseos de Jerusalén siendo usada la misma frase de forma casi idéntica en Apocalipsis 17:6, Apocalipsis 18:20 y Apocalipsis 18:24.
Una gran cantidad de exégetas[5][6] consideran que «Babilonia» es una metáfora que se refiere al Imperio romano como estado que perseguía a los cristianos (en el período anterior al Edicto de Milán del 313), en especial teniendo en cuenta algunos aspectos del gobierno y la cultura romana: brutalidad, codicia, lujuria y paganismo.
Algunos estudiosos puntualizan el análisis, sosteniendo que se refiere a los potentados locales (en especial los herodianos de Judea y Galilea) que apoyaban al gobierno imperial, como era el caso de Agripa II en el tiempo en que se supone fue escrito el libro del Apocalipsis.
[7] Hoy es una expresión usada por grupos fundamentalistas cristianos, para los que la prostituta de Babilonia son las grandes religiones organizadas,[cita requerida] en particular si tienen relación con el estado.