Radar ártico

En un principio le cuenta varias anécdotas de su secretaria: un incidente en un aeropuerto con unas velas aromáticas o sus bragas perdidas en un museo.

Leo intenta evitar que el Presidente se involucre en un problema de indisciplina militar.

Tras ordenarle que rompa la relación, esta desobece, enfrentándose a dos años de prisión o la expulsión del ejército.

Amy Gardner, como feminista, será de las primeras en luchar por que ese incidente no pase desapercibido para el comandante en jefe.

Al final el periodista se sale con la suya, pero la primera le hace una amenaza: si falta, pondrá su nombre en la silla y lo hará aparecer a través de las cámaras.