Questione della lingua

[1]​ Por lo tanto y no obstante el prestigio literario y el reconocimiento desde siglos del italiano como lengua oficial de todos los Estados italianos pre-unitarios, escritores como el milanés Alessandro Manzoni se dieron cuenta, también a través de la comparación con la evolución de otras lenguas romances, como el francés, dominado por él prefectamente, que el italiano escrito, en parte por su fidelidad a los modelos clásicos de la época de Dante y en parte por su cristalización derivada propio de su utilización exclusivamente culta y no diaria e informal, era una lengua muy arcaica y distante del mundo moderno.

Así, con Manzoni se acaba definitivamente la discusión centenaria sobre la "Questione della lingua".

La controversia continuó por mucho tiempo, aun cuando el florentino ya se había consolidado como lengua literaria de la península.

La controversia prosiguió fundiéndose con el debate a nivel europeo sobre los méritos contrapuestos de "antiguos y modernos".

El veneciano Pietro Bembo, por ejemplo, en su Prose della volgar lingua insistía en el uso del florentino clásico del siglo XIV, mientras que Castelvetro de Módena y Maquiavelo de Florencia optaban por la forma contemporánea del florentino, opción más que natural para este último.