Purismo es una tendencia a defender el mantenimiento de una doctrina, una práctica, una costumbre, etc. en toda su pureza y sin admitir cambios ni concesiones.
Es extrapolable a los sistemas burocráticos en los cuales la legitimidad viene dada por criterios históricos y de tradición.
El purismo en lingüística es la tendencia que rechaza las aportaciones lexicales y gramaticales procedentes de otras lenguas, suele sumarse este rechazo a todo lo que es considerado "incorrecto" (vulgarismos, coloquialismos, dialectalismos etc.) en relación con la lengua normativa.
En España fue una tendencia que se dio en especial a finales del siglo XVIII, protegida por la Ilustración y el Neoclasicismo, como una manifestación en el lenguaje de patriótico casticismo frente al asfixiante ambiente afrancesado de moda[2] y los galicismos que esmaltaban el lenguaje oral y escrito de las clases medias.
Junto al plateresco y el herreriano fueron las principales manifestaciones de la arquitectura renacentista en España.