La corteza recuperada generalmente se usa como combustible para las calderas de la planta.
Esta pulpa reciclada es usada mayoritariamente para hacer papel sanitario, de periódicos o embalaje.
En el siglo XVIII, la materia prima principal para el papel era la fibra vegetal como la de lino textil, pero una escasez de fibras vegetales hizo que se experimentara con nuevos materiales.
Cuando la pulpa de celulosa es blanqueada utilizando cloro elemental (es decir, no combinado con otros elementos en un compuesto químico) se forman subproductos no deseados como las dioxinas y los furanos.
Estas tecnologías reducen significativamente la cantidad de compuestos clorados liberados en el ambiente.
Los efluentes líquidos son en potencia la mayor causa de contaminación, ya que en estado bruto contienen lignina, alta demanda biológica de oxígeno, así como alcoholes, cloratos, metales pesados y agentes quelantes.
Este impacto es reducido a su mínima expresión en la medida que en las plantas modernas se trabaja en ciclo cerrado con los productos químicos, y cualquier agua que sale de las plantas es tratada biológicamente.
En los procesos de blanqueo se maximiza el aprovechamiento del agua.
En el proceso Kraft, el efluente que se produce en mayor proporción es el licor negro, que contiene químicos de pulpeado y la lignina de los árboles.