La psicología ambiental es un campo interdisciplinario que se centra en la interacción entre las personas y su entorno.
La psicología ambiental no fue plenamente reconocida como su propio campo, hasta finales de la década de 1960, cuando los científicos comenzaron a cuestionar el vínculo entre el comportamiento humano y nuestros entornos naturales y construidos.
Desde su concepción, el campo se ha comprometido con el desarrollo de una disciplina orientada al valor y al problema, priorizando la investigación dirigida a resolver problemas ambientales complejos en la búsqueda del bienestar individual dentro de una sociedad más amplia.
Este modelo puede ayudar a diseñar, administrar, proteger y/o restaurar entornos que mejoran el comportamiento razonable, predecir los resultados probables cuando no se cumplen estas condiciones y diagnosticar situaciones problemáticas.
Aunque este período fue crucial para el desarrollo del campo, las metodologías utilizadas para llevar a cabo los estudios eran cuestionables.
En ese momento, los estudios se estaban realizando en un entorno de laboratorio, lo que causó algunas dudas [¿a quién? ]
La difícil tarea del psicólogo ambiental es estudiar los problemas a medida que ocurren en la vida cotidiana.
Proshansky también señala este punto, discutiendo la dificultad en el enfoque orientado a problemas en general.
Aunque se ha encontrado que el control y la previsibilidad son los factores más importantes en los efectos estresantes del ruido; contexto, tono, fuente y habitación también son variables importantes.
Al mismo tiempo, la psicología humana, ha sido un tema de interés y exploración constante.
La investigación científica respalda cada vez más la idea de que la exposición regular a entornos naturales tiene numerosos beneficios para nuestra salud mental y bienestar.
[6] Los beneficios psicológicos individuales, la conexión con la naturaleza también tiene un impacto en nuestra interacción con los demás y en la construcción de comunidades saludables.
La industrialización de nuestras vidas ha llevado a un aumento en los trastornos relacionados con el estrés, la ansiedad y la depresión.
Las áreas verdes proporcionan un entorno propicio para la actividad física y el ejercicio al aire libre.
Está científicamente comprobado que la conexión con la naturaleza reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, aumenta la concentración y disminuye los problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión.