Al estar vinculado por lazos de hospitalidad con Ciro el Joven, éste le contrató a su servicio.
Fue por su invitación que Jenofonte fue inducido a entrar al servicio de Ciro[2].
Jenofonte habla de él como un hombre cuya ambición estaba bajo la influencia de la estricta honradez, y que estaba especialmente ansioso por ganarse el afecto de sus soldados, de modo que mientras los bien decididos le obedecían, no lograba inspirar al resto un sano temor a su autoridad[4].
Tenía 30 años en el momento de su muerte (401 a. C.).
También tenía intenciones de seguir una carrera política, como menciona Jenofonte.