Del trabajo indígena en la agricultura, los tejidos y el laboreo de los metales se aprovecharon los españoles que les dominaron.
Pero aún, y pese a su desaparición temprana, el legado cultural aborigen pervive en tesoros arqueológicos ya removidos o por rescatar y en una tradición artesanal que se niega a desaparecer.
El capitán alemán Ambrosio Alfínger, al servicio del rey español Carlos V, fue el primer europeo que pisó tangencialmente suelo rovirense, en su recorrido por las provincias del norte camino a Venezuela.
Quizá por ello fue luego apodado despectivamente con el alias de “El Estudiante”, en los partes del pacificador Morillo.
Fue entonces cuando con más frecuencia trasegó por las tierras rovirenses reclutando afanosamente hombres aptos para las armas.
Derrotado primero en Cachirí y más tarde en la Cuchilla del Tambo, donde poco antes de ser aprehendido por las tropas realistas y en un rapto de romántica caballerosidad se casó con la joven María Josefa Piedrahíta, a las voladas, en un rancho cercano a la nefasta Cuchilla del Tambo, mientras los restos de su ejército huían en desbandada.