Pro Roscio Amerino

También es su segundo discurso más antiguo que se conserva, después del Pro Quinctio.

[6]​ Según Cicerón, Capitón entonces envió un mensaje a Lucio Cornelio Crisógono, un poderoso liberto del dictador Sila, que estaba en su campamento sitiando la ciudad rebelde de Volaterrae.

Según Cicerón, todos estos hechos tuvieron lugar en un lapso de tan solo nueve días después del asesinato.

Sin embargo, Capitón fue incluido entre esos diez legados y, según Cicerón, convenció en secreto a Crisógono para que se le concedieran las tres propiedades restantes de Sexto Roscio.

Por consiguiente, la embajada se retiró sin tan siquiera haberse llegado a reunir con Sila.

[12]​[13]​ Temeroso de que los 'conspiradores' también lo asesinaran, Sexto Roscio el joven huyó a Roma.

[14]​ Además, Sexto consiguió la ayuda de varios jóvenes nobles, entre ellos Marco Valerio Mesala Nigro, Marco Cecilio Metelo y Publio Cornelio Escipión Nasica, el padre de Metelo Escipión.

De hecho, el asesinato ciertamente fue arreglado por los dos Titos Roscios, Magno y Capito (83–121): 3.)

[23]​ Llama a Sila un 'ciudadano muy ilustre y valiente' (viro clarissimo et fortissimo),[8]​ e incluso compara a Sila con el todopoderoso padre de los dioses, Júpiter[24]​ – aunque algunos académicos han visto este último pasaje como 'irónico', 'poco sincero' o 'de doble filo'.

Plutarco afirma que este viaje estuvo motivado por el miedo a Sila,[28]​ dado que Cicerón había desafiado a Crisógono y había criticado el régimen de Sila.

En un artículo escrito por T. E. Kinsey para Mnemosyne unos treinta años después, se cuestiona la hipótesis de Sedgwick.

Cuando la delegación presionó a Crisógono sobre esto, este último afirmó que Roscio había sido erróneamente "proscriptus" en el "sentido estricto".

Kinsey pasa luego a abordar por qué Cicerón no empleó la segunda parte del dilema en su defensa.

Por lo tanto, Crisógono, junto con cualquier otra persona que pudiera haber estado nerviosa por la absolución del joven Sexto, se tranquilizaría.

Algunos eruditos creen que el discurso existente varía considerablemente del pronunciado, principalmente porque era poco probable que Cicerón hubiera criticado con tanta dureza a Sila, dado el clima opresivo de la época.

Sin embargo, otros creen que las críticas identificadas a Sila "son, al menos en la superficie, complementarias".

A esta polémica se une el debate sobre los supuestos pasajes "complementarios", entendidos como críticas irónicas.

Además, de este modo, atribuye al muchacho las virtudes que representa la finca: productividad y autosuficiencia.