Nadie podía escapar de ella, ya que es difícil andar por allí porque el Río de la Plata es algo hostil, intolerante y anchísimo, y el Uruguay desagua con tanta fuerza que es imposible cruzarlo a nado.
Todas las fortificaciones de la isla Martín García que se construyeron para la guerra contra los portugueses, también fueron construidas por los presos y desde 1768 se los puso a fabricar ladrillos para las obras en construcción.
Ello dio origen al Penal Naval Militar, que hasta ese momento había sido cuartel para la tropa del lugar y penal para los recluidos.
Durante la primera parte del siglo XX la isla se hizo famosa por ser el lugar de confinamiento de presidentes o importantes políticos derrocados.
En 1973 por el Tratado del Río de la Plata (aprobado por el Congreso en 1974) Uruguay reconoció la soberanía argentina sobre Martín García y se acordó utilizarla solamente como reserva natural e histórica.