[4] Además, dio lugar al nombre del municipio homónimo en el norte de Tenerife.
Para financiar la expedición, Lugo vendió varias propiedades familiares y se asoció con algunos comerciantes genoveses.
[14] Por su parte, el profesor Juan Álvarez Delgado sostiene que debieron ser unos 320 en total entre caballeros e infantes.
[17] Las armas utilizadas por los castellanos en esta batalla eran las típicas de finales del siglo XV.
La infantería portaba picas, alabardas, espadas, dagas y cuchillos, siendo especialmente destacados en los combates contra los aborígenes los ballesteros.
[20] Por otro lado, tanto Espinosa como Torriani indican que eran solo 300 los guerreros que Bencomo envió junto a su hermano, sin mencionar cuántos acudieron luego junto al propio rey de Taoro.
Asimismo portaban mazas o garrotes, y eran expertos en el lanzamiento de piedras.
Los hombres de Chimenchia silbaron al ganado, y las cabras y ovejas obedientes a la llamada de los pastores comenzaron a huir, lo que provocó que el cuerpo del batallón castellano se deshiciera.
Otros supervivientes se refugiaron en los riscos costeros bajo el propio barranco de Acentejo, siendo posteriormente rescatados por los bajeles enviados por Lugo desde Añazo.
Fuentes contemporáneas indican que sólo sobrevivieron 60 jinetes y 200 peones del bando conquistador.
[52] Previo a la batalla un soldado blasfemó diciendo: «voto a Dios que sin su ayuda pienso salir vencedor, porque para tan poca y tan ruin gente no hemos menester su ayuda», siendo considerado esto como causa de la derrota de los conquistadores.
A partir de ese momento «en viendo alguna ballesta, rodeaban gran trecho por no pasar por donde estaba; tanto miedo le cobraron».
[57] La batalla dejó su impronta en la toponimia de la isla, pues la zona donde se desarrolló y el pueblo fundado en ella pasaron a llamarse La Matanza.
El propio ayuntamiento de la localidad incluyó en su escudo heráldico, aprobado en 1987, una simbología alusiva a la trascendental batalla.
[58][60] El mural, pintado en 1990 y restaurado en 2015, representa en primer plano a un guanche haciendo sonar un bucio o caracola, situándose detrás un soldado castellano en actitud de derrota.