El crecimiento de la población mundial ejercerá más presión sobre la oferta y la demanda.
El cambio climático aumentará los fenómenos meteorológicos extremos, incluidas las sequías, las tormentas y las lluvias intensas, y los aumentos generales de temperatura tendrán un impacto en la producción de alimentos.
[14] Hasta cierto punto, las políticas alimentarias pueden contrarrestar las tendencias adversas de los precios.
Los fenómenos meteorológicos adversos, como las sequías o las lluvias intensas, pueden provocar pérdidas en la cosecha.
[cita requerida] El aumento de la clase media en Asia y los cambios en sus patrones alimenticios hacia dietas más occidentales, genera un incremento en la demanda de productos cárnicos.
[22][23] Para los actores, los cambios aparentemente aleatorios son predecibles, lo que significan grandes ganancias potenciales.
La crisis impactó particularmente en las regiones más pobres del mundo (destacando Malaui, Zambia y Zimbabue[28]), generando además inestabilidad política y disturbios sociales en varios países.
Entre los motivos se incluyen las cosechas precarias en varias partes del mundo, especialmente Australia.
Otras causas del aumento de los precios de alimentos a nivel mundial es la creciente demanda por biocombustibles en países desarrollados y la creciente demanda por la clase media, que está en aumento en poblaciones de Asia, quienes han variado sus hábitos alimentarios, exigiendo mayor variedad y más carne en sus dietas, provocando una mayor demanda de recursos agrícolas.
[37] Se espera que los problemas agravantes, incluido el COVID-19, la invasión rusa de Ucrania y las malas cosechas relacionadas con el clima, reviertan las tendencias mundiales en la reducción del hambre y la desnutrición.