Por lo general los prados mesofíticos crecen en regiones húmedas y no muy frías, en las que apenas existe sequía, bajo el dominio de los bosques caducifolios o aciculifolios.
La flora herbácea vivaz predominante en los prados son las gramíneas: holco lanudo (Holcus lanatus), dactico (Dactylis glomerata), Lolium arundinaceum, agrostis común (Agrostis tenuis), cola de perro (Cynosurus cristatus), Poa trivialis, poa de los prados (Poa pratensis), raigrás inglés (Lolium perenne); Festuca rubra; leguminosas: trébol violeta (Trifolium pratense), Lotus corniculatus, trébol blanco (Trifolium repens), loto o cuernecillo; compuestas: Thrincia hirta, Thrincia hispida, garbanzón (Centaurea nigra), diente de león (Taraxacum officinale), Linum bienne, y plantas de otras familias botánicas: primavera (Primula vulgaris), llantén (Plantago lanceolata) o Cardamine pratensis, entre otras especies, hasta un total en torno a cien especies pratenses.
[2][3] Una pradera perpetua, también llamada pradera natural, es aquella en la que los factores ambientales, como las condiciones climáticas y del suelo, son favorables a las hierbas perennes y restringen el crecimiento de las plantas leñosas de manera indefinida.
Las autoridades locales tienen el deber de proporcionar los espacios verdes al público, pero estos departamentos sufren constantemente importantes recortes presupuestarios, lo que dificulta la admiración de la fauna natural en los sectores urbanos y perjudica también al ecosistema local.
Los factores que los gestores de espacios urbanos enumeran como importantes a tener en cuenta son: Las praderas concebidas artificial o culturalmente surgen y requieren continuamente la intervención humana para persistir y florecer.
En muchos lugares, las poblaciones naturales y prístinas de grandes pastoreadores que viven en libertad se han extinguido o son muy limitadas debido a las actividades humanas.
[8] Las praderas existentes podrían decaer potencial y gradualmente, si no se mantienen por las prácticas agrícola.
[8][11][12] Estos incluyen ciervo, alce, cabra, caballo salvaje, etc. dependiendo de la ubicación.
Algunas organizaciones ecologistas recomiendan convertir los céspedes en praderas dejando de segar o reduciendo la siega.
Las recomendaciones incluyen 1) cultivar flores, arbustos y árboles, 2) dejar que el jardín crezca salvaje, 3) cortar la hierba con menos frecuencia, 4) dejar en paz los lugares de anidación e hibernación de los insectos y 5) tener mucho cuidado con los pesticidas.