La historia muy referida dice que durante la edición parisina de 1939 los encargados de tal labor (Georgette Vallejo y Raúl Porras Barrenechea) no sabían qué título poner a un grupo de 91 poemas que Vallejo dejara reunidas en una carpeta y sin ninguna indicación (a diferencia del poemario "España, aparta de mí este cáliz" que había sido dejado por el poeta listo para la prensa).
No muy convencido, Porras aceptó la sugerencia y así fue como quedó establecido el título del poemario, que entonces incluía un pequeño grupo de poemas en prosa (que años después serían separados para conformar un bloque aparte con el epígrafe de "Poemas en prosa").
Años después, la misma Georgette reconoció que lo más acertado habría sido denominar a todo el conjunto como “Versos nuevos”.
No obstante, la distribución impuesta por la edición de Moncloa ha seguido siendo la más citada, sin duda por la costumbre.
Aunque estos textos tratan algunos temas recurrentes del autor, muestran claras diferencias respecto a su obra poética anterior.
Lo primero que se nota, en el plano formal, es su retorno a los ritmos conocidos, dejando de lado la experimentación del lenguaje, que había sido la nota predominante en "Trilce" hasta llevarlo al extremo del hermetismo.
En esta nueva fase de su poética su lenguaje es relativamente más accesible para el lector común.
Para el poeta, ya no es dable pensar en términos individuales, sino que la construcción de un mundo nuevo debe ser necesariamente colectiva.